Viernes 14 de Marzo de 2014
Mariana Condorí tenía 20 años y era madre de tres hijos. Tenía una beba en común con Gabriel Maldonado, con quien convivía desde hacía un año y medio. El 14 de marzo de 2012, Alejandra Pereyra recibió un llamado. Para ella era común que un vecino le avise que el novio de su hija le había pegado o le había prendido fuego alguna pertenencia. Pero esa mañana el círculo de la violencia se cerró: Mariana fue hallada muerta en su casa de Villa Elvira.
“No hacía mucho que Mariana había estado en mi casa porque quería separarse”, contó Alejandra a través de una carta que Soledad, otra de sus hijas, leyó en el acto a dos años de la muerte de Mariana. “Muchas veces volvía con él atosigada por las amenazas y las falsas promesas. Yo le pedía que me deje a los chicos hasta que todo se calmara. A eso nos habíamos acostumbrado. Eso me pesa hoy, haberme acostumbrado yo también a la violencia”.
En conmemoración del aniversario, el viernes 14 se realizó una movilización que partió desde los juzgados de 7 y 56. Organizaciones de mujeres y familiares de víctimas de femicidio pidieron justicia por Mariana. También, se reclamó para que el ex edificio de Rentas, donde fue asesinada la estudiante peruana, Sandra Ayala Gamboa en 2006, sea cedido para las organizaciones feministas.
Desde la Multisectorial contra la Violencia de Género exigieron a los gobiernos municipal, provincial y nacional políticas públicas. "Los femicidios son el resultado de un circulo de violencia donde las mujeres no tienen a quien recurrir", dijo Laura, de la agrupación "Las Rojas", y agregó que "de hecho, el único refugio que había en la ciudad de La Plata lo cerraron”.
La violencia como cuestión pública
El Centro de Investigación y Acción Jurídica -CIAJ-, que lleva adelante la causa, dio a conocer que la jueza de Garantías, Marcela Garmendia, hizo lugar al pedido para que se investiguen los hechos de violencia que padeció Mariana previo a su muerte. Se trata de una serie de diez delitos ocurridos “en un contexto de violencia de género”.
Garmendia también tuvo en cuenta el planteo de inconstitucionalidad del artículo 72 inciso 2 del Código Penal, que califica a las lesiones sufridas por las mujeres como leves y pertenecientes al ámbito privado. En dichos casos, la víctima es la única que debe denunciar el delito, imposibilitando que la justicia u otras personas cercanas a la victima hagan la presentación judicial.
“Considerar a los delitos en el marco de la violencia intrafamiliar como del ámbito privado reproduce una mirada tradicional basada en un sistema patriarcal, donde se cree que la violencia de género se resuelve de puertas para adentro de las casas", explicó Carolina Salvador del CIAJ.
Una semana antes de su muerte, Mariana hizo una primera denuncia en la comisaría tercera de Los Hornos. La misma recayó en el fiscal Marcelo Romero, quien fijó una audiencia para que ella y su pareja arreglaran el conflicto, en lugar de dictar una medida de resguardo. En la actualidad, la misma fiscalía lleva adelante la investigación por la averiguación de los causales de muerte.
"Esa acción da cuenta de ciertas prácticas judiciales que muchas veces siguen reproduciendo desigualdades", dijo Salvador. Así, por no tener un protocolo de actuación para abordar casos de violencia de género, las decisiones quedan exclusivamente en manos de fiscales, defensores y jueces. “Lo que intentamos hacer a través del CIAJ, con las distintas presentaciones, es dar cuenta de ciertas falencias que tiene el sistema jurídico de la Provincia para abordar casos de violencia de género”, concluyó.
"Esta lucha está cambiando mi propia vida"
En otro pasaje de la carta que Alejandra escribió a dos años de la muerte de su hija expresó que “muchas cosas cambiaron desde entonces para mí y el resto de mis hijos e hijas, hermanos de Mari que me acompañan, que se hacen los fuertes para darme más fuerzas a mí. Mariana siempre me decía eso, que yo soy fuerte. Yo voy a seguir marchando para que se haga justicia por Mariana. Mi hija me enseño muchas cosas, esta lucha está cambiando mi propia vida: aprendí a hacerme escuchar, a reconocer cuando me violentan y a acompañar a mis otras mujeres que como yo y mi hija sufrimos violencias de todo tipo”.
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