sábado, 17 de mayo de 2014

"A la DEA nada más le interesa parar la droga que va a E.E.U.U."

Jesús Esquivel es autor del libro “La DEA en México”, donde analiza el accionar de la agencia estadounidense en su país desde 1973 a la fecha. En momentos donde políticos argentinos reclaman la presencia de los agentes norteamericanos, el periodista señaló que a estos “no les importa lo que ocurre en relación a la violencia en el país donde se encuentran trabajando, lo único que les interesa es parar las drogas que van a EEUU por encima de la muerte de muchos latinoamericanos, en el caso de México, más de 100 mil en los últimos 6 años”.



La DEA (Administración para el Control de las Drogas) surgió en 1973 como iniciativa del ex presidente de Estados Unidos, Richard Nixon. Desde aquel día, ha desarrollado con su bandera contra el narcotráfico una enorme capacidad de infiltración en cuanto país pudo.

En comunicación con Rap, el periodista mexicano Jesús Esquivel indicó como punto de partida, que “la tarea de los agentes de la DEA en todo el mundo no es detener narcotraficantes, sino parar los cargamento de drogas que tienen Estados Unidos por destino”. En 2013 publicó el libro “La DEA en México” al que define como “una radiografía de cómo los agentes antinarcóticos colaboran en México por encima de la constitución mexicana”. El inicio de las operaciones se sitúa en 1973, tras un acuerdo bilateral firmado a los pocos meses del surgimiento de la dependencia. Con esa intervención, la guerra contra las drogas tenía su primer capítulo.

Estos agentes  federales de EEUU, de manera abierta o encubierta, se  han metido en toda las raíces del narcotráfico mexicano y a través de esa puerta que tienen en EEUU se han ido también infiltrando a las redes de droga alrededor del continente”, señaló Esquivel. En el tráfico internacional, la DEA ha intervenido en Argentina a lo que indica el escritor que la presión para tener presencia en Sudamérica surge “porque esos países son la plataforma de salida de cocaína y de mentafetamina para países europeos, así como la llegada de precursores químicos”.


Distintos hechos en los últimos años desembocaron en la  ruptura de relaciones con estos agentes en Latinoamérica. En el caso de Bolivia, el gobierno de Evo Morales echó a la agencia tras denunciar que buscaban matarlo. En Argentina, se produjo un quiebre en la relación en 2011 cuando el entonces Canciller, Hector Timerman, realizó una inspección en un avión norteamericano que traía material bélico para entrenar oficiales de la Policía Federal.  Sin embargo, el cruce más fuerte se produjo cuando en noviembre de 2013, la embajada norteamericana difundió que sólo un agente antinarcóticos quedaría en Argentina. A pesar de estos hechos,  Esquivel remarcó que “a través de las embajadas de Estados Unidos, aún de manera encubierta, la DEA ha mantenido presencia para combatir, o por lo menos informarse, sobre el trafico de drogas que se lleva a cabo en nuestros países”.

Según la constitución de México, los agentes de la DEA no pueden detener personas ni portar armas  y sólo asisten en calidad de acompañantes a los operativos de  las autoridades mexicanas.  Esquivel asegura que la realidad es otra: “Son más de 50 los agentes de la DEA en México; llevan armas, investigan e incluso han llegado a tener enfrentamientos armados con narcotraficantes”.

La violación de la soberanía mexicana por parte de la DEA quedó en clara visibilidad en 1990, cuando la agencia secuestro al médico Humberto Álvarez Machain. Fue acusado de haber mantenido con vida mientras lo torturaban al agente Enrique Camarena, quien se creía que había sido asesinado por narcotraficantes en 1985. El impacto de aquella baja provocó uno de los más grandes despliegues de la DEA en el país centroamericano, bajo el  elocuente nombre de “operación leyenda”.  El médico fue detenido en México y llevado a una cárcel en Estados Unidos sin la mediación de la justicia mexicana.  En 1993 sería repatriado tras no encontrarse pruebas suficientes para condenarlo. Diez años después, la Corte Suprema de Estados Unidos le negaría cualquier tipo de resarcimiento. El último capítulo de la historia se conoció en 2013: el  agente de la DEA había sido asesinado por sus compatriotas de la CIA.

Esquivel apuntó que el caso de Camarena dejó la enseñanza a los cárteles de droga “de que cuando se meten con un agente les cuesta muy caro”. La alternativa elegida fue “seguirles el juego”.  En este sentido, indicó que el accionar de los narcotraficantes y la DEA se desenvuelve en un doble juego: los narcotraficantes colaboran, pero dando informació n falsa o ayudándolos a detener cargamentos de grupos contrarios. Incluso,  pueden entregar cargamentos propios para que se pierda la atención y de esa manera, mientras una carga es desmantelada, una mucho más grande pasa por otro lado.

Esquivel concluye con una apreciación inquietante: “es un juego de mentiras e hipocresías entre informantes, los cárteles de la droga y los agentes de la DEA”.

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